En el arrullo de tu voz acaricio tu ser,
palpito enamorado al son de tus latidos;
buscando aromas de esencias cristalinas
manjares ocultos en el secreto de tu piel.
Me pierdo besando tus labios sentenciosos,
seducido por el calor de tu lengua sediciosa;
deslizando mis dedos entre tus frugales senos
amando tu suave cuerpo, culpable de mi desvelo.
Incitándome a manjares de fantasías prohibidas,
en el deseo terrenal de poseer tu intimidad divina;
y me pierdo untando tu piel con esencia de rosas
libando la savia de tu miel que me provoca.
Mordiendo las cúspides de tus perlas erectas,
posando mi virilidad en tu humedad inquieta;
perdiendo el control amándote intensamente
sin importar tempestades te bebo salvajemente.
Dejando que me incendie esta pasión contenida,
penetrando en tu torrencial pócima que fascina;
derramando la ardiente simiente de mi fuego...
sintiendo que me pertenecerás toda la vida.
Eurídice Canova, Poeta (Shoshan)
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