Extraño verte durmiendo las noches que se avecinan
bajo la lluvia apacible en un desvelo de invierno,
mientras me cantas los sueños con tu aparente sonrisa
y mis pupilas te beben pintada sobre el silencio...
Extraño escuchar mi nombre sobre tus labios primero
y desnudarte en el alba como el sol a los lirios,
vestir tu aliento en suspiros con esta sed de mis besos
y el descubrirnos dichosos tras el amor y el delirio...
Los parques que de la mano no les contamos lo nuestro...
los mares que no le han dado la sal a tu piel entera...
las atardeceres rojos que aun no conocen tus labios...
las lunas que no te han visto paseando por mis quimeras...
Extraño encontrar tu aroma sobre mi pecho vencido
y tus cabellos tendidos... ¡extraño el venir del tiempo...!
De aquello que nos juramos y aún no lo hemos vivido,
tan inefable y sublime... como seguirnos queriendo.
Beto Aveiga, Ecuador, 2010
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