Hola Amor =*
Esto es lo que leí ayer. Y me llegó al alma. Te lo dedico, y le doy crédito al autor.
Te Amo Liliana!
Patito Pafé
Sexta canción para Marisa
Si mañana ya no estoy y mis labios no pueden tocar la dicha de los tuyos; si el féretro que me habita se aposenta de todo y me quita el sol y tu ternura, que es la clave del magnetismo de tu voz y de tu piel. Si mañana, porque el plazo siempre se cumple, digo cáncer y no es ajeno sino propio, y mi sonrisa de verte se torna en ti en un recuerdo cada vez más lejano.
Si no tengo más tus palabras de aliento, las conversaciones profundas en torno a la poesía, la materia oscura, la separación de los amantes, el rosa cursi de tus atuendos de niña, la madre extrema que eres, las religiones mercenarias, los seres queridos que han partido, los que quedan y quién sabe, el padre ausente y amoroso que soy, la tumba que nos acecha y eso que los demás llaman vida y nosotros la coincidencia del tú y del yo.
Si tus celos de hembra y tu belleza única, tus miedos a las grutas y a volar con lluvia, tu gula de jícamas y tu despertar de manzanas, tu vocación por el aroma y por la alegría de tus hijos, tu rechazo a los ascensores, a la infelicidad y a la injusticia.
Si, porque me llegó la hora, se me despoja de un golpe del afortunado asombro de tenerte y ser tuyo y también de los atar- deceres y de los libros y del chachachá. Si mañana ya no toy, te digo, y ha cesado mi bohemia y los mil besos que te canto, mi mirada tierna de sones y cantinas, la nostalgia de otra existencia que ya no es porque te di la mía.
Si sucede que el mar se detiene y no queda más que la dicha de algunas fotos, cuando te ofrecí mi mano para vencer las olas, cuando fui joven y surqué golfos y dársenas para dármelas de audaz y aventurero, cuando aquel abrazo entre las aguas transparentes, cuando nos prometimos escribir nuestra historia en tinta verde, cuando las con- chas y piedras de nuestras playas te cimbren de nuevo la memoria.
Si apresuro los placeres y vivo mi día como si fuera el último, y acierto, y debo decir adiós a todo esto. Si confirmo lo que más intuía, que el ser humano es una pasión inútil, una nada soberbia, un instante apenas, y la inmortalidad me traiciona. Si dejo de olerte, de admirar tu rostro, de pegar mi boca a tu es- palda, de bromearte por cualquier cosa, de enojarme por tus tiranías, de atraerte a los excesos, de en- celarme por tonterías, de regalarte rosas rosas, de preguntarte cuando eras niña, de escucharte cuando eres sabia, de saborear tus igno- rancias, de defenderme de tus caprichos de engreída, de roncar a tu lado.
Si, cosas que suceden, por quitarme dos pesos y tu retrato en mi cartera, o el accidente pendejo, aparte del de haber nacido, me envían a peor vida y no puedo viajar a los confines del mundo, de tus deseos y de tu cuerpo. Si resulta que habrás de esparcir mis cenizas donde te dije: en aquella playa para conversar con mi ma- dre y debajo de tu limonero y de una jacaranda que creció conmigo.
Si ya no escucho tu voz que me reclama y me perdona. Si a mis manos de hombre le faltas tú. Si irme y perdiera el regalo cotidiano me voy sin querer de tu generosidad. Si eso sucediera, si mañana ya no estoy y nuestros sueños se quedan truncos, y la adoración eterna que te he prometido, disculpa la de- rrota mía y la tristeza y la soledad tuyas, el dolor que otra vez sin querer te causo. Pero, recuerda; recuerda, que fui tuyo. Y que te quise como a nadie. Y las ve- ces, con llanto, con alegría, a la distancia o pegado al rubor de tu oreja, con ira y sosegado, con la ternura más infinita, la cursilería más borracha y la pasión más desatada, que te dije: Te Amo.
Mauricio Carrera, Ciudad de México, 1959. Escritor y periodista. Su novela más reciente es La derrota de los días (2009).
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