En plácido deleite de tus protuberantes alturas,
emigro de tu agitado pectoral a la playa de tu vientre,
degustando el salino rocío de ese talle tan ardiente,
hurgo entre el vértice de nacientes muslos y sus tersuras.
Selva negra que resguarda celosa tu íntimo placer,
me ofrenda el más incitante aroma de tu cuerpo.
Mis besos a ese oculto epicentro que te hace estremecer,
es plácido sondeo a la subyugante hondura de tu puerto.
Saciaré tus deseos, navegaré tus apetitos, viviré tus ternuras
haré mío cada gemido ofrendado a esta suprema intimidad,
eróticas emociones cautivas por codiciadas hermosuras
que sublimizan pudores rendidos ante el amor de verdad.
Seré peregrino que recorre incansable tus formas generosas,
besaré insaciable ese incitante botón de tus protuberancias,
siempre enamorado y amante en esas citas tan maravillosas,
prevalecerá erguido el amor y de nuestro Eros sus fragancias.
Fondearé mi barca en la pasividad envolvente de tus ansias,
atando tus deseos y los míos con el lazo insoluble del amor,
serán nuestras perpetuas entregas inmaculadas constancias,
de dos amantes que sobre pulcro lecho se otorgan con fervor.
Víctor A. Arana, Poeta
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