miércoles, 16 de mayo de 2018

Sueño...

Hola Mi Amor

Acabo de despertarme. Empapado en sudor.

De esos sueños, en que pasaba todo el mismo, buscándote.

Estaba en la carretera. Iniciando en la Gran Ciudad, cuando era importante, poderoso, con la arrogancia de la edad media. Y de que podía, y lo hacía. Y mandaba, y me obedecían. De que demostraba, y era admirado. De que sabía, y enseñaba. Y que andaba a lo largo y ancho de esta nación, demostrando conocimiento. Dando cursos y recibiendo reconocimientos. Y tenía amigos. Si, tenía muchos amigos. Temido, admirado, ejecutivo de muy alto nivel. Antes de la caída, antes de que un "amigo" me diera la puñalada por la espalda y que mi admirado jefe, argentino, fuera convencido por ese amigo, que no podía. Y me abandonó.

Lo irónico, es que si pude. Como el Cid, gané mi última batalla, ya muerto. Ya me habían matado, y gané el trofeo por resultados. Qué nunca disfruté. Ya no estaba ahí, iba cayendo en el espiral del olvido. Ese galardón que tanto busqué, lo recibió otro. Un simple peón de esa intrincado juego de ajedrez, que me jugaron.

Y te buscaba.

Cuando mi camino aún no se truncaba. Cuando ni me imaginaba lo que me iba a pasar. De que la caída era próxima, e inmerecida. E inesperada. Pero que me hizo la vida pedazos.

Iba en mi amada camioneta. Donde hicimos el amor. Por los enredados e intrincados caminos, que yo dominaba. Iba en carretera, a verte.

Buscándote, incansablemente. Iba por tí. A verte, aunque fueran sólo unos momentos, horas de carretera por solo obtener un beso tuyo.

Ya, en estos momentos. Derrotado, si. No vencido. No me he dado por vencido. Aún no. Aún sigo con la esperanza de volver. Si, como el Cid.

Y si. Busqué volver. Muchas veces. Llamadas, correos, mensajes. Al jefe del Norte. Al jefe máximo, al argentino, a mi querido amigo. Nunca pude volver. Sé que este amigo, el último, busco varias veces que regresara. Nunca pudo. Tenía tantos enemigos escondidos, que nunca me permitieron volver.

Esperanza de ser reivindicado. De que mi último amigo en mi amada empresa, pueda conseguir que vuelva. Volver a enseñar. Volver a la carretera. Esos viajes que siempre amé. Con mis muchachos, mis técnicos. Qué cuidé ferozmente, y de los cuales, recibí apoyo en incluso querían renunciar cuando fui echado. Y me defendieron cuando se dió el triunfo del Sur, ante el Norte, después de tantos años.

Aclaro, no todos. Pero si hubo quien me defendió.

Antes de la última humillación que sufrí ahí. De hacerme volar a la ciudad del Norte, a la reunión aquella. Sólo para pedir que me retirara, porque era de planeación estratégica. Y yo no estaba ya, aunque lo estuviera físicamente y de corazón. Me quitaron a la fuerza de mi amada empresa, de mi amado sueño.

Y ahí estaba mi jefe, y mi "amigo" dándome la última puñalada por la espalda, cuando los regañó el jefe máximo de la empresa. De que fuera puesto en otro lado de la misma, y ese "amigo" dijo, que yo solo iba, pero para afuera de la empresa. Y lo irónico, lo más irónico, es al no saber esto, lo seguí considerando mi "amigo". Simplemente no lo creia. Mi "amigo", sonorense y de Hermosillo.

No me he podido levantar desde entonces.

Mi respetado jefe argentino, nunca pudo verme a los ojos, las dos siguientes veces y únicas, que lo vi. Me decepcionó. Me defraudó. Sé que lo sabe. Y yo lo sé.

Afortunadamente, a mi "amigo", no lo volví a ver. Nunca. Pese a su promesa y sus lágrimas porque me iba, y que me llamaba en unos días. Sigo esperando esa llamada.

Me doy cuenta, que ese número celular que le dí, aún lo conservo.

Nunca me llamó. Qué amistad tan falsa. Hipócrita.

Sigo queriendo volver. Siempre lo he querido. Yo no me fuí, nunca. Simplemente me sacrificaron. Me vendieron por una idea. Y esa idea era falsa. Tan falsa como el sonorense.

Volviendo a lo que decía. Te buscaba, siempre en camino. Por esos caminos que dominaba, que me siguen gustando tanto.

Pero ahora, no estoy en condiciones de volver. Por lo menos, no en las mismas.

Tengo más conocimiento aún. Terminé de aprender lo que me faltaba. Ya para qué.

Sé muchísimo más que lo que cualquiera que hayan puesto en mi puesto nunca ha sabido. Ya para qué.

Aún sigo con la esperanza. Eso muere al último. Eso morirá conmigo.

Y sigo buscándote, cada noche. En mi último reducto, en la ciudad de Occidente. Ya no en mi tierra. Ahí, nadie me brindó ayuda, más que otro amigo. Qué se me fue lejos.

Sueños, que parecen pesadillas...

Te Amo Liliana. Siempre te amaré

Sircyta!

Tu Patito Pafé

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