viernes, 6 de marzo de 2015

Neruda

Se detuvo la vida, sí, cuando tus manos temblorosas acariciaron mi rostro y tus ojos profundos con un brillo inexplicable recorrieron mi ser de punta a punta. Te inmiscuiste en el azul de mi alma navegando esos deseos dormidos que yo tenia olvidados... No eres culpable, no soy culpable éramos dos almas abandonadas de amor y no nos tuvimos clemencia.

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