He gritado tu nombre en el eco del valle.
¡Layla!, dije y volaron las pájaros.
Soy un loco de amor,
un machnún que se entrega a la dulce inocencia de Layla.
He cortado una rosa y la he puesto en el viento.
Se han soltado sus pétalos y al irse volando
eran alas de mil mariposas en danza.
¿Cómo canta el silencio su nombre por cada cañada?
¿Por qué oculto misterio en los ojos del agua
veo sólo sus ojos?
Corazón trastornado, ay, cómo la añoro…
Todo tiene su nombre grabado en el filo.
Todo enciende en mi sangre su dulce recuerdo
que es amargo también.
Tiene luz en la sombra y sombra en la luz.
¡Layla! Vuelvo a gritar. Y se callan las cosas.
De repente la noche se ha echado en los montes
y la luna me deja en el alma al mirarme
una pena que sangra alegría
y un dolor que es tristeza que salta.
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